Desde el asfalto. Los grandes centros urbanos crecen inexorablemente con los automóviles y se sumergen en trancones cotidianos. Si a esa inercia se suma la lentitud en la toma de decisiones de los gobiernos para afrontar el reto de la movilidad, la ciudad cae en una especie de letargo, de resignación (Bogotá, 2015).